Relato de Lehi, de su esposa Saríah y de sus cuatro hijos, que se llamaban (empezando por el mayor) Lamán, Lemuel, Sam y Nefi.

El Señor advierte a Lehi que salga de la tierra de Jerusalén, porque éste profetiza al pueblo sobre su iniquidad, y tratan de quitarle la vida.

Lehi viaja tres días por el desierto con su familia.

Nefi, acompañado de sus hermanos, vuelve a la tierra de Jerusalén por los anales de los judíos. El relato de sus padecimientos.

Toman por esposas a las hijas de Ismael.

Salen para el desierto con sus familias.

Sus padecimientos y aflicciones en el desierto.

Rumbo de sus viajes.

Llegan a las grandes aguas.

Se rebelan los hermanos de Nefi contra él.

Él los confunde y construye un barco.

Dan al lugar el nombre de Abundancia.

Atraviesan los grandes mares hasta llegar a la tierra prometida, etcétera.

Esto es según la narración de Nefi, o en otras palabras, yo, Nefi, escribí estos anales.

Capítulo 1

Nefi da principio a la historia de su pueblo—Lehi ve en visión un pilar de fuego y lee en un libro de profecías—Alaba a Dios, predice la venida del Mesías y profetiza la destrucción de Jerusalén—Es perseguido por los judíos. Aproximadamente 600 a.C.


1 Yo, aNefi, nací de bbuenos cpadres y recibí, por tanto, alguna dinstrucción en toda la ciencia de mi padre; y habiendo conocido muchas eaflicciones durante el curso de mi vida, siendo, no obstante, altamente favorecido del Señor todos mis días; sí, habiendo logrado un conocimiento grande de la bondad y los fmisterios de Dios, escribo, por tanto, la ghistoria de los hechos de mi vida.

2 Sí, hago la relación en el alenguaje de mi padre, que se compone de la ciencia de los judíos y el idioma de los egipcios.

3 Y sé que la historia que escribo es averdadera; y la escribo de mi propia mano, con arreglo a mis conocimientos.

4 Pues sucedió que al comenzar el aprimer año del reinado de bSedequías, rey de Judá (mi padre Lehi había morado en cJerusalén toda su vida), llegaron muchos dprofetas ese mismo año profetizando al pueblo que se arrepintiera, o la gran ciudad de eJerusalén sería destruida.

5 Aconteció, por tanto, que mientras iba por su camino, mi padre aLehi oró al Señor, sí, con todo su bcorazón, a favor de su pueblo.

6 Y ocurrió que mientras estaba orando al Señor, apareció ante él, sobre una roca, un apilar de fuego; y fue mucho lo que vio y oyó; y se estremeció y tembló extremadamente por las cosas que vio y oyó.

7 Y sucedió que volvió a su casa en Jerusalén, y se echó sobre su lecho, adominado por el Espíritu y por las cosas que había visto.

8 Y dominado de esta manera por el Espíritu, fue arrebatado en una avisión, en la que vio abrirse los bcielos, y creyó ver a Dios sentado en su trono, rodeado de innumerables concursos de ángeles, en actitud de estar cantando y adorando a su Dios.

9 Y sucedió que vio a Uno que descendía del cielo, y vio que su aresplandor era mayor que el del sol al mediodía.

10 Y vio también que lo seguían otros adoce, cuyo brillo excedía al de las estrellas del firmamento.

11 Y descendieron y avanzaron por la faz de la tierra; y el primero llegó hasta donde estaba mi padre, y le dio un alibro y le mandó que lo leyera.

12 Y sucedió que mientras leía, fue lleno del aEspíritu del Señor.

13 Y leyó, diciendo: ¡Ay, ay de ti, Jerusalén, porque he visto tus aabominaciones! Sí, mi padre leyó muchas cosas concernientes a bJerusalén: que sería destruida, así como sus habitantes; que muchos perecerían por la espada y muchos serían cllevados cautivos a Babilonia.

14 Y acaeció que cuando mi padre hubo leído y visto muchas cosas grandes y maravillosas, prorrumpió en exclamaciones al Señor, tales como: ¡Cuán grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios Todopoderoso! ¡Tu trono se eleva en las alturas de los cielos, y tu poder, y tu bondad y misericordia se extienden sobre todos los habitantes de la tierra; y porque eres misericordioso, no dejarás perecer a los que aacudan a ti!

15 Así se expresaba mi padre en alabanzas a su Dios; porque su alma se regocijaba y todo su corazón estaba henchido a causa de las cosas que había visto, sí, que el Señor le había mostrado.

16 Y yo, Nefi, no doy cuenta completa de lo que mi padre ha escrito, porque ha escrito muchas cosas que vio en visiones y sueños; y ha escrito también muchas cosas que aprofetizó y habló a sus hijos, de las que no daré cuenta entera,

17 sino que haré una relación de los hechos de mi vida. He aquí, haré un acompendio de los banales de mi padre sobre planchas que he preparado con mis propias manos; por tanto, después que los haya compendiado, escribiré la historia de mi propia vida.

18 Por lo tanto, quisiera que supieseis que después que el Señor hubo mostrado a mi padre Lehi tantas cosas maravillosas, sí, con respecto a la adestrucción de Jerusalén, he aquí, mi padre salió entre el pueblo y empezó a bprofetizar y a declararles concerniente a lo que él había visto y oído.

19 Y aconteció que los judíos se aburlaron de él por las cosas que testificó de ellos, porque verdaderamente les testificó de sus maldades y abominaciones; y les dio testimonio de que las cosas que había visto y oído, así como las que había leído en el libro, manifestaban claramente la venida de un bMesías y también la redención del mundo.

20 Y cuando los judíos oyeron esto, se irritaron contra él, sí, tal como contra los profetas de la antigüedad, a quienes habían aechado fuera, y apedreado, y matado; y procuraron también quitarle la vida. Pero he aquí, yo, Nefi, os mostraré que las entrañables bmisericordias del Señor se extienden sobre todos aquellos que, a causa de su fe, él ha escogido, para fortalecerlos, sí, hasta tener el poder de librarse.

Capítulo 2

Lehi lleva a su familia al desierto junto al Mar Rojo—Abandonan sus bienes—Lehi ofrece un sacrificio al Señor y enseña a sus hijos a guardar los mandamientos—Lamán y Lemuel murmuran contra su padre—Nefi es obediente y ora con fe; el Señor le habla y es escogido para gobernar a sus hermanos. Aproximadamente 600 a.C.


1 Porque he aquí, aconteció que el Señor habló a mi padre, sí, aun en un sueño, y le dijo: Bendito eres tú, Lehi, por lo que has hecho; y porque has sido fiel, y has declarado a este pueblo las cosas que yo te mandé, he aquí, tratan de aquitarte la vida.

2 Y sucedió que el Señor le amandó a mi padre, en un bsueño, que cpartiese para el desierto con su familia.

3 Y aconteció que fue aobediente a la palabra del Señor; por tanto, hizo lo que el Señor le mandó.

4 Y ocurrió que salió para el desierto; y abandonó su casa, y la tierra de su herencia, y su oro, su plata y sus objetos preciosos, y no llevó nada consigo, salvo a su familia, y provisiones y tiendas, y se adirigió al desierto.

5 Y descendió por los contornos cerca de las riberas del aMar Rojo, y viajó por el desierto por los lados que están más próximos a este mar; y viajó por el desierto con su familia, integrada por Saríah, mi madre, y bLamán, Lemuel y Sam, mis hermanos mayores.

6 Y aconteció que después de haber viajado tres días por el desierto, asentó su tienda en un avalle situado a la orilla de un río de agua.

7 Y sucedió que erigió un aaltar de bpiedras y presentó una ofrenda al Señor, y dio cgracias al Señor nuestro Dios.

8 Y al río que desaguaba en el Mar Rojo dio el nombre de Lamán; y el valle se extendía por las riberas del río y llegaba hasta cerca de su desembocadura.

9 Y cuando mi padre vio que las aguas del río desembocaban en la fuente del Mar Rojo, habló a Lamán, diciendo: ¡Oh, si fueras semejante a este río, fluyendo continuamente en la fuente de toda rectitud!

10 Y dijo también a Lemuel: ¡Oh, si fueras tú semejante a este valle, firme, constante e inmutable en guardar los mandamientos del Señor!

11 Esto habló por causa de la dureza de cerviz de Lamán y Lemuel; pues he aquí, amurmuraban contra su bpadre en muchas cosas, porque era un hombre cvisionario, y los había sacado de la tierra de Jerusalén, abandonando la tierra de su herencia, y su oro, y su plata y sus objetos preciosos, para perecer en el desierto. Y decían que había hecho esto por motivo de las locas imaginaciones de su corazón.

12 Y así era como Lamán y Lemuel, que eran los mayores, murmuraban en contra de su padre; y hacían esto porque no aconocían la manera de proceder de aquel Dios que los había creado.

13 Ni creían tampoco que aquella gran ciudad de Jerusalén pudiera ser adestruida conforme a las palabras de los profetas; y eran semejantes a los judíos que estaban en Jerusalén, los cuales procuraban quitarle la vida a mi padre.

14 Y aconteció que mi padre les habló en el valle de Lemuel con apoder, pues estaba lleno del Espíritu, al grado de que sus cuerpos btemblaron delante de él, y los confundió, de modo que no osaron hablar contra él; por tanto, hicieron lo que él les mandó.

15 Y vivía mi padre en una tienda.

16 Y sucedió que yo, Nefi, siendo muy joven todavía, aunque grande de estatura, y teniendo grandes deseos de conocer los amisterios de Dios, clamé por tanto al Señor; y he aquí que él me bvisitó y centerneció mi corazón, de modo que dcreí todas las palabras que mi epadre había hablado; así que no me rebelé en contra de él como lo habían hecho mis hermanos.

17 Y le hablé a Sam, declarándole las cosas que el Señor me había manifestado por medio de su Santo Espíritu. Y aconteció que él creyó en mis palabras.

18 Mas he aquí, Lamán y Lemuel no quisieron escuchar mis palabras; por lo que, aafligido por la dureza de sus corazones, rogué al Señor por ellos.

19 Y aconteció que el Señor me habló, diciendo: Bendito eres tú, Nefi, a causa de tu afe, porque me has buscado diligentemente con humildad de corazón.

20 Y según guardéis mis mandamientos, aprosperaréis y seréis conducidos a una btierra de promisión, sí, a una tierra que yo he preparado para vosotros, una tierra escogida sobre todas las demás.

21 Y según se rebelen tus hermanos contra ti, serán aseparados de la presencia del Señor.

22 Y según tú guardes mis mandamientos, serás puesto por agobernante y maestro sobre tus hermanos.

23 Porque he aquí, el día en que se rebelaren contra mí, yo los amaldeciré con penosa maldición, y no tendrán ningún poder sobre tu posteridad, a menos que ella también se rebelare contra mí.

24 Y si tu posteridad se rebelare contra mí, ellos les serán por aazote a tus descendientes, para bestimularlos a que se acuerden de mí.

CAPÍTULO 3

Los hijos de Lehi vuelven a Jerusalén para conseguir las planchas de bronce—Labán se niega a entregarlas—Nefi exhorta y anima a sus hermanos—Labán se apodera de sus bienes y procura matarlos—Lamán y Lemuel golpean a Nefi y a Sam, y son reprendidos por un ángel. Aproximadamente 600—592 a.C.

1 Y aconteció que después de hablar con el Señor, yo, Nefi, volví a la tienda de mi padre.
2 Y sucedió que me habló, diciendo: He aquí, he soñado un asueño, en el que el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos volváis a Jerusalén.

3 Pues he aquí, Labán tiene los anales de los judíos, así como una agenealogía de mis antepasados; y están grabados sobre planchas de bronce.

4 Por lo que el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos vayáis a la casa de Labán, y procuréis los anales y los traigáis aquí al desierto.

5 Y he aquí, tus hermanos murmuran, diciendo que lo que yo les he requerido es cosa difícil; pero no soy yo quien se lo requiere, sino que es un mandamiento del Señor.

6 Por lo tanto, ve tú, hijo mío, y el Señor te favorecerá porque ano has murmurado.

7 Y sucedió que yo, Nefi, dije a mi padre: aIré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que él nunca da bmandamientos a los hijos de los hombres sin cprepararles la vía para que cumplan lo que les ha mandado.

8 Y aconteció que mi padre quedó altamente complacido al oír estas palabras, porque comprendió que el Señor me había bendecido.

9 Y yo, Nefi, y mis hermanos emprendimos la marcha por el desierto, con nuestras tiendas, para subir a la tierra de Jerusalén.

10 Y aconteció que cuando hubimos subido a la tierra de Jerusalén, yo y mis hermanos deliberamos unos con otros.

11 Y aechamos suertes para ver cuál de nosotros iría a la casa de Labán. Y sucedió que la suerte cayó sobre Lamán, y fue y entró en la casa de Labán y habló con él mientras estaba sentado en su casa.

12 Y le pidió a Labán los anales que estaban grabados sobre las planchas de bronce que contenían la agenealogía de mi padre.

13 Y he aquí, aconteció que Labán se llenó de ira y lo echó de su presencia; y no quiso que él tuviera los anales. Por tanto, le dijo: He aquí, tú eres un ladrón, y te voy a matar.

14 Pero Lamán huyó de su presencia, y nos contó lo que Labán había hecho. Y empezamos a afligirnos en extremo, y mis hermanos estaban a punto de volver a mi padre en el desierto.

15 Pero he aquí, yo les dije: Así como el Señor vive, y como nosotros vivimos, no descenderemos hasta nuestro padre en el desierto hasta que hayamos cumplido lo que el Señor nos ha mandado.

16 Por tanto, seamos fieles en guardar los mandamientos del Señor. Descendamos, pues, a la tierra de la aherencia de nuestro padre, pues he aquí, él dejó oro y plata y toda clase de riquezas; y ha hecho todo esto a causa de los bmandamientos del Señor.

17 Porque sabía que Jerusalén debe ser adestruida a causa de la iniquidad del pueblo.

18 Pues he aquí, han arechazado las palabras de los profetas. Por tanto, si mi padre hubiera permanecido en el país después de habérsele bmandado salir de él, habría perecido también. Por lo que ha sido necesario que salga del país.

19 Y he aquí, es prudente para Dios que obtengamos estos aanales a fin de que preservemos para nuestros hijos el idioma de nuestros padres;

20 y también para apreservarles las palabras que han salido de la boca de todos los santos profetas, las cuales les han sido dadas por el Espíritu y poder de Dios, desde el principio del mundo, hasta el día de hoy.

21 Y aconteció que, hablando de este modo, persuadí a mis hermanos a que fueran fieles en guardar los mandamientos de Dios.

22 Y sucedió que descendimos a la tierra de nuestra herencia y recogimos nuestro aoro, y nuestra plata y todos nuestros objetos preciosos.

23 Y después de haber recogido estas cosas, volvimos a la casa de Labán.

24 Y acaeció que entramos donde estaba Labán, y le pedimos que nos diera los anales que estaban grabados sobre las aplanchas de bronce, a cambio de los cuales le entregaríamos nuestro oro, y nuestra plata, y todas nuestras cosas preciosas.

25 Y aconteció que cuando Labán vio nuestros bienes, y que eran grandes en extremo, él los acodició; por lo que nos echó fuera y mandó a sus siervos que nos mataran, a fin de apoderarse de nuestros bienes.

26 Sucedió, pues, que huimos delante de los siervos de Labán, y nos vimos obligados a abandonar nuestros bienes, que cayeron en manos de Labán.

27 Y huimos al desierto sin que nos alcanzaran los siervos de Labán, y nos escondimos en la oquedad de una roca.

28 Y aconteció que Lamán se irritó conmigo y también con mi padre; y lo mismo hizo Lemuel, porque se dejó llevar por las palabras de Lamán. Por tanto, Lamán y Lemuel nos hablaron muchas palabras aásperas a nosotros, sus hermanos menores, y hasta nos golpearon con una vara.

29 Y sucedió que mientras nos golpeaban con la vara, he aquí, vino un aángel del Señor y se puso ante ellos, y les habló, diciendo: ¿Por qué golpeáis a vuestro hermano menor con una vara? ¿No sabéis que el Señor lo ha escogido para ser bgobernante sobre vosotros, y esto a causa de vuestras iniquidades? He aquí, subiréis de nuevo a Jerusalén y el Señor entregará a Labán en vuestras manos.

30 Y luego que nos hubo hablado, el aángel se fue.

31 Y después que el ángel hubo partido, Lamán y Lemuel empezaron otra vez a amurmurar, diciendo: ¿Cómo es posible que el Señor entregue a Labán en nuestras manos? He aquí, es un hombre poderoso, y puede mandar a cincuenta, sí, y aun puede matar a cincuenta; luego, ¿por qué no a nosotros?


Capìtulo 4

Nefi mata a Labán por mandato del Señor y luego obtiene las planchas de bronce por una estratagema—Zoram opta por unirse a la familia de Lehi en el desierto. Aproximadamente 600—592 a.C.


1 Y aconteció que hablé a mis hermanos diciéndoles: Subamos de nuevo a Jerusalén, y seamos afieles en guardar los mandamientos del Señor, pues he aquí, él es más poderoso que toda la tierra. ¿Por qué, pues, no ha de ser más bpoderoso que Labán con sus cincuenta, o aun con sus decenas de millares?

2 Subamos pues, y seamos afuertes como bMoisés; porque él de cierto habló a las aguas del cMar Rojo y se apartaron a uno y otro lado, y nuestros padres salieron de su cautividad sobre tierra seca, y los ejércitos de Faraón los persiguieron y se ahogaron en las aguas del Mar Rojo.

3 He aquí, a vosotros os consta la certeza de esto, y también sabéis que un aángel os ha hablado; ¿cómo, pues, podéis dudar? Subamos hasta allá; el Señor puede librarnos como a nuestros padres, y destruir a Labán como a los egipcios.

4 Y cuando hube hablado estas palabras, todavía estaban irritados, y continuaron murmurando; sin embargo, me siguieron hasta que llegamos a los muros de Jerusalén.

5 Y era ya de noche; e hice que se ocultaran fuera del muro. Y cuando se hubieron escondido, yo, Nefi, entré furtivamente en la ciudad y me dirigí a la casa de Labán.

6 E iba aguiado por el Espíritu, sin bsaber de antemano lo que tendría que hacer.

7 No obstante, seguí adelante, y al acercarme a la casa de Labán vi a un hombre, y éste había caído al suelo delante de mí, porque estaba ebrio de vino.

8 Y al acercarme a él, hallé que era Labán.

9 Y percibiendo su aespada, la saqué de la vaina; y el puño era de oro puro, labrado de una manera admirable, y vi que la hoja era de un acero finísimo.

10 Y aconteció que el Espíritu me acompelió a que matara a Labán; pero dije en mi corazón: Yo nunca he derramado sangre humana. Y me sobrecogí y deseé no tener que matarlo.

11 Y el Espíritu me dijo de nuevo: He aquí el aSeñor lo ha puesto en tus manos. Sí, y yo también sabía que había intentado quitarme la vida, y que él no quería escuchar los mandamientos del Señor; y además, se había bapoderado de nuestros bienes.

12 Y sucedió que otra vez me dijo el Espíritu: Mátalo, porque el Señor lo ha puesto en tus manos;

13 he aquí que el Señor adestruye a los bmalvados para que se cumplan sus justos designios. Es cpreferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad.

14 Y cuando yo, Nefi, hube oído estas palabras, me acordé de las que el Señor me había hablado en el desierto, diciendo: aEn tanto que tus descendientes guarden mis bmandamientos, cprosperarán en la dtierra de promisión.

15 Sí, y también consideré que no podrían guardar los mandamientos del Señor según la ley de Moisés, a menos que tuvieran esa ley.

16 Y también sabía que la aley estaba grabada sobre las planchas de bronce.

17 Y además, sabía que el Señor había puesto a Labán en mis manos para este fin: que yo obtuviese los anales, de acuerdo con sus mandamientos.

18 Por lo que, obedeciendo la voz del Espíritu y cogiendo a Labán por los cabellos, le corté la cabeza con su propia aespada.

19 Y después que le hube cortado la cabeza con su propia espada, tomé las ropas de Labán y me vestí con ellas, poniéndomelas todas, y me ceñí los lomos con su armadura.

20 Y cuando hube hecho todo esto, me dirigí al lugar donde se hallaba el tesoro de Labán. Y al acercarme a ese sitio, encontré al asiervo de Labán que guardaba las llaves del tesoro, e imitando la voz de su amo, le mandé que me acompañara al lugar del tesoro.

21 Y él supuso que yo era su amo Labán, pues vio la ropa y también la espada ceñida a mi cintura.

22 Y me habló concerniente a los ancianos de los judíos, porque sabía que su amo Labán había estado entre ellos durante la noche.

23 Y le hablé como si yo hubiese sido Labán.

24 Y también le dije que yo tenía que llevar los grabados, que estaban sobre las aplanchas de bronce, a mis hermanos mayores que se hallaban del otro lado de las murallas.

25 Y también le mandé que me siguiera.

26 Y creyendo él que me refería a los hermanos de la iglesia, y que era en verdad Labán, a quien yo había matado, me siguió.

27 Y me habló muchas veces acerca de los ancianos de los judíos, mientras me dirigía hacia donde estaban mis hermanos fuera de las murallas.

28 Y aconteció que cuando Lamán me vio, se asustó en extremo, lo mismo que Lemuel y Sam; y huyeron de mi presencia, porque creían que era Labán, y que me había quitado la vida, e iba a matarlos también a ellos.

29 Y aconteció que los llamé, y ellos me oyeron; por tanto, cesaron de huir de mi presencia.

30 Y cuando el siervo de Labán vio a mis hermanos, empezó a temblar, y estaba a punto de huir de mí y volver a la ciudad de Jerusalén.

31 Y yo, Nefi, siendo un hombre grande de estatura, y habiendo recibido mucha afuerza del Señor, prendí al siervo de Labán y lo detuve para que no se escapara.

32 Y sucedió que le dije que si quería escuchar mis palabras, así como vive el Señor, y como vivo yo, que si prestaba atención a nuestras palabras, le perdonaríamos la vida.

33 Y le hablé, sí, le hice ajuramento de que no tenía por qué temer; que sería libre como nosotros si descendía con nosotros al desierto.

34 Y también le dije: Ciertamente el Señor nos ha amandado hacer esto, y ¿no debemos ser diligentes en guardar los mandamientos del Señor? Por lo tanto, si desciendes al desierto adonde está mi padre, habrá lugar para ti entre nosotros.

35 Y sucedió que aZoram cobró ánimo al oír las palabras que le hablé. Ahora bien, Zoram era el nombre de este siervo; y prometió que descendería al desierto a donde estaba nuestro padre. Sí, y también nos hizo juramento de que permanecería desde entonces con nosotros.

36 Ahora bien, deseábamos que permaneciera con nosotros por esta razón: que los judíos no supieran de nuestra huida al desierto, no fuera que nos persiguieran y nos destruyeran.

37 Y aconteció que cuando Zoram se ajuramentó, cesaron nuestros temores con respecto a él.

38 Y sucedió que tomamos las planchas de bronce y al siervo de Labán, y partimos para el desierto y viajamos hacia la tienda de nuestro padre.

CAPÍTULO 5

Saríah se queja contra Lehi—Ambos se regocijan por el regreso de sus hijos—Ofrecen sacrificios—Las planchas de bronce contienen los escritos de Moisés y de los profetas—En ellas se indica que Lehi es descendiente de José—Lehi profetiza acerca de sus descendientes y de la preservación de las planchas. Aproximadamente 600—592 a.C.

1 Y aconteció que después de haber viajado por el desierto hasta donde estaba nuestro padre, he aquí, éste se llenó de gozo; y también mi madre aSaríah se regocijó en extremo, porque verdaderamente se había afligido por nosotros;

2 porque creía que habíamos perecido en el desierto, y también se había quejado mucho contra mi padre, acusándolo de visionario, diciendo: Tú nos has sacado de la tierra de nuestra herencia, y mis hijos ya no existen y nosotros pereceremos en el desierto.

3 Y según esta manera de hablar, mi madre se había quejado contra mi padre.

4 Y había sucedido que mi padre le había hablado, diciendo: Sé que soy hombre avisionario, porque si no hubiera visto las cosas de Dios en una bvisión, no habría conocido su bondad, sino que hubiera permanecido en Jerusalén y perecido con mis hermanos.

5 Pero he aquí, he obtenido una atierra de promisión y me regocijo en estas cosas; sí, y yo b que el Señor librará a mis hijos de las manos de Labán, y los hará volver a nosotros en el desierto.

6 Y con estas palabras mi padre Lehi consoló a mi madre Saríah, con respecto a nosotros, mientras viajábamos por el desierto hacia la tierra de Jerusalén para obtener los anales de los judíos;

7 y cuando volvimos a la tienda de mi padre, se llenaron de gozo; y mi madre se consoló.

8 Y ella habló, diciendo: Ahora sé con certeza que el Señor ha amandado a mi marido que huya al desierto; sí, y también sé de seguro que el Señor ha protegido a mis hijos, los ha librado de las manos de Labán y les ha dado poder para bllevar a cabo lo que el Señor les ha mandado. Y según esta manera de hablar se expresó ella.

9 Y aconteció que se regocijaron en extremo, y ofrecieron asacrificios y holocaustos al Señor; y dieron bgracias al Dios de Israel.

10 Y después de haber dado gracias al Dios de Israel, mi padre Lehi tomó los anales que estaban grabados sobre las aplanchas de bronce, y los examinó desde el principio.

11 Y vio que contenían los cinco alibros de Moisés, los cuales relataban la historia de la creación del mundo, y también de Adán y Eva, nuestros primeros padres;

12 y asimismo la ahistoria de los judíos desde su principio, aun hasta el comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá;

13 y también las profecías de los santos profetas desde el principio, hasta comenzar el reinado de aSedequías, y muchas profecías declaradas por boca de bJeremías.

14 Y aconteció que mi padre Lehi también halló sobre las aplanchas de bronce la genealogía de sus padres, por lo que supo que descendía de bJosé, sí, aquel José que era hijo de cJacob, que fue dvendido para Egipto y epreservado por la mano del Señor para que salvara del hambre a su padre Jacob y a toda su casa.

15 Y también fueron alibrados del cautiverio y conducidos fuera del país de Egipto por el mismo Dios que los había preservado.

16 Así fue que mi padre Lehi descubrió la genealogía de sus antepasados. Y Labán también era descendiente de aJosé, por lo que él y sus padres habían llevado los anales.

17 Y cuando mi padre vio todas estas cosas, fue lleno del Espíritu y empezó a profetizar acerca de sus descendientes:

18 Que estas planchas de bronce irían a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos que fueran de su simiente.

19 Por tanto, dijo que estas planchas anunca perecerían, ni jamás el tiempo las empañaría. Y profetizó muchas cosas en cuanto a su posteridad.

20 Y sucedió que hasta este punto mi padre y yo habíamos guardado los mandamientos que el Señor nos había mandado.

21 Y habíamos obtenido los anales que el Señor nos había mandado, y los escudriñamos y descubrimos que eran deseables; sí, de gran avalor para nosotros, por motivo de que podríamos bpreservar los mandamientos del Señor para nuestros hijos.

22 Por lo tanto, fue en la sabiduría del Señor que los lleváramos con nosotros mientras viajábamos por el desierto hacia la tierra de promisión.

CAPÍTULO 6

Nefi escribe acerca de las cosas de Dios—El propósito de Nefi es persuadir a los hombres a venir al Dios de Abraham y ser salvos. Aproximadamente 600—592 a.C.

1 Ahora bien, yo, Nefi, no doy la genealogía de mis padres en aesta parte de mis anales; ni tampoco la daré en ningún otro momento sobre estas bplanchas que estoy escribiendo, porque se halla en los anales que mi cpadre ha llevado, y por eso no la escribo en esta obra.

2 Básteme decir que somos descendientes de aJosé.

3 Y no me parece importante ocuparme en una narración completa de todas las cosas de mi padre, porque no se pueden escribir sobre aestas planchas, pues deseo el espacio para escribir acerca de las cosas de Dios.

4 Porque toda mi intención es apersuadir a los hombres a que bvengan al Dios de Abraham, y al Dios de Isaac, y al Dios de Jacob, y sean salvos.

5 De modo que no escribo las cosas que aagradan al mundo, sino las que agradan a Dios y a los que no son del mundo.

6 Por tanto, daré un mandamiento a mis descendientes de que no ocupen estas planchas con cosas que no sean de valor para los hijos de los hombres.


CAPÍTULO 7

Los hijos de Lehi vuelven a Jerusalén e invitan a Ismael y a su familia a unirse a ellos en su viaje—Lamán y otros se rebelan—Nefi exhorta a sus hermanos a tener fe en el Señor—Lo atan con cuerdas y proyectan quitarle la vida—Es librado por el poder de la fe—Sus hermanos le piden perdón—Lehi y los que lo acompañan ofrecen sacrificios y holocaustos. Aproximadamente 600—592 a.C.

1 Y ahora quisiera que supieseis que cuando mi padre Lehi hubo concluido de aprofetizar concerniente a su posteridad, el Señor le habló de nuevo, diciendo que no convenía que él, Lehi, llevase a su familia sola al desierto; sino que sus hijos debían tomar bmujeres por cesposas para levantar posteridad para el Señor en la tierra de promisión.

2 Y aconteció que el Señor le amandó que yo, Nefi, y mis hermanos volviésemos a la tierra de Jerusalén, y lleváramos a Ismael y su familia al desierto.

3 Y aconteció que yo, Nefi, y mis hermanos viajamos aotra vez por el desierto para subir a Jerusalén.

4 Y sucedió que llegamos a la casa de Ismael, y hallamos favor ante sus ojos, de modo que pudimos anunciarle las palabras del Señor.

5 Y el Señor ablandó el corazón de Ismael y los de su casa; por tanto, viajaron con nosotros al desierto a la tienda de nuestro padre.

6 Y mientras íbamos por el desierto, he aquí que Lamán y Lemuel, dos de las hijas, y los dos ahijos de Ismael y sus familias se rebelaron contra nosotros, es decir, contra mí, Nefi, y contra Sam y contra Ismael, y su esposa y sus otras tres hijas.

7 Y aconteció que en su rebelión deseaban regresar a la tierra de Jerusalén.

8 Y yo, Nefi, aafligido por la dureza de sus corazones, les hablé, sí, a Lamán y a Lemuel, diciendo: He aquí, vosotros sois mis hermanos mayores y ¿cómo es que sois tan duros de corazón, y tan ciegos de entendimiento, que tenéis necesidad de que yo, vuestro hermano menor, tenga que hablaros, sí, y daros el ejemplo?

9 ¿Cómo es que no habéis escuchado la palabra del Señor?

10 ¿Cómo es que os habéis aolvidado de haber visto a un ángel del Señor?

11 Sí, y ¿cómo es que habéis olvidado cuán grandes cosas el Señor ha hecho por nosotros, alibrándonos de las manos de Labán, y también ayudándonos a obtener los anales?

12 Sí, y ¿cómo es que habéis olvidado que el Señor tiene poder de hacer todas las acosas según su voluntad, para los hijos de los hombres, si es que ejercen la bfe en él? Por tanto, seámosle fieles.

13 Y si es que le somos fieles, obtendremos la atierra de promisión; y sabréis en un tiempo venidero que será cumplida la palabra del Señor respecto a la bdestrucción de Jerusalén; porque todo cuanto el Señor ha dicho respecto de su destrucción se cumplirá.

14 Pues he aquí, el Espíritu del Señor pronto cesará de luchar con ellos; porque han arechazado a los profetas y han arrojado a bJeremías en una prisión. Y han procurado quitarle la cvida a mi padre, hasta el punto de hacerlo huir del país.

15 Y ahora bien, he aquí os digo que si volvéis a Jerusalén, también pereceréis con ellos. Así pues, si lo preferís, subid allá, y recordad las palabras que os hablo, que si vais, también pereceréis; porque así me constriñe a hablar el Espíritu del Señor.

16 Y aconteció que cuando yo, Nefi, hube hablado estas palabras a mis hermanos, se irritaron contra mí. Y se lanzaron sobre mí, porque se habían enojado en extremo, y me aataron con cuerdas, pues intentaban quitarme la vida, para luego abandonarme en el desierto, a fin de que fuera devorado por animales salvajes.

17 Pero aconteció que oré al Señor, diciendo: ¡Oh Señor, según mi fe en ti, líbrame de las manos de mis hermanos; sí, dame fuerzas para aromper estas ligaduras que me sujetan!

18 Y cuando hube pronunciado estas palabras, he aquí, fueron sueltas las ligaduras de mis manos y de mis pies, y poniéndome delante de mis hermanos, les hablé otra vez.

19 Y aconteció que se enfurecieron conmigo de nuevo y trataron de apoderarse de mí; pero he aquí, una de las ahijas de Ismael, sí, y también su madre y uno de los hijos de Ismael, suplicaron a mis hermanos de tal manera que ablandaron sus corazones, y cesaron en sus esfuerzos por quitarme la vida.

20 Y sucedió que se sintieron apesadumbrados de su maldad, al grado de que se humillaron delante de mí, suplicándome que les perdonara aquello que habían hecho conmigo.

21 Y aconteció que les aperdoné sinceramente todo cuanto me habían hecho, y los exhorté a que pidieran al Señor su Dios que los perdonara. Y aconteció que así lo hicieron. Y después de haber orado al Señor, emprendimos otra vez la marcha hacia la tienda de nuestro padre.

22 Y aconteció que bajamos a la tienda de nuestro padre; y cuando yo, mis hermanos y toda la casa de Ismael hubimos llegado a la tienda de mi padre, ellos dieron agracias al Señor su Dios; y le ofrecieron bsacrificios y holocaustos.


CAPÍTULO 8

Lehi ve una visión del árbol de la vida—Come de su fruto y desea que su familia haga lo mismo—Ve una barra de hierro, un sendero estrecho y angosto y el vapor de tinieblas que envuelve a los hombres—Saríah, Nefi y Sam comen del fruto, pero Lamán y Lemuel no quieren hacerlo. Aproximadamente 600—592 a.C.

1 Y aconteció que habíamos recogido toda suerte de semillas de toda especie, tanto de granos de todas clases, como de todo género de frutas.

2 Y sucedió que mientras mi padre estaba en el desierto, nos habló, diciendo: He aquí, he asoñado un sueño o, en otras palabras, he visto una bvisión.

3 Y he aquí, a causa de las cosas que he visto, tengo por qué regocijarme en el Señor por motivo de aNefi y de Sam; porque tengo razón para suponer que ellos y también muchos de sus descendientes se salvarán.

4 Pero he aquí, aLamán y Lemuel, temo en gran manera por causa de vosotros; pues he aquí, me pareció ver en mi sueño un desierto obscuro y lúgubre.

5 Y aconteció que vi a un hombre vestido con un amanto blanco, el cual llegó y se puso delante de mí.

6 Y sucedió que me habló y me mandó que lo siguiera.

7 Y aconteció que mientras lo seguía, vi que me hallaba en un desierto obscuro y lúgubre.

8 Y después de haber caminado en la obscuridad por el espacio de muchas horas, empecé a implorarle al Señor que tuviera acompasión de mí, de acuerdo con la multitud de sus tiernas misericordias.

9 Y aconteció que después de haber orado al Señor, vi un acampo grande y espacioso.

10 Y sucedió que vi un aárbol cuyo bfruto era deseable para hacer a uno feliz.

11 Y aconteció que me adelanté y comí de su afruto; y percibí que era de lo más dulce, superior a todo cuanto yo había probado antes. Sí, y vi que su fruto era blanco, y excedía a toda bblancura que yo jamás hubiera visto.

12 Y al comer de su fruto, mi alma se llenó de un agozo inmenso; por lo que bdeseé que participara también de él mi familia, pues sabía que su fruto era cpreferible a todos los demás.

13 Y al dirigir la mirada en derredor, por si acaso descubría a mi familia también, vi un arío de agua; y corría cerca del árbol de cuyo fruto yo estaba comiendo.

14 Y miré para ver de dónde procedía, y vi su fuente no muy lejos de mí; y en su manantial vi a vuestra madre, Saríah, y a Sam y a Nefi; y estaban allí como si no supieran a dónde ir.

15 Y aconteció que les hice señas y también les dije en voz alta que vinieran hacia mí y participaran de aquel fruto que era preferible a todos los demás.

16 Y sucedió que vinieron hacia mí y también comieron del fruto del árbol.

17 Y aconteció que yo sentí deseos de que Lamán y Lemuel vinieran y comieran también de aquel fruto; por tanto, dirigí la vista hacia el manantial del río por si acaso los veía.

18 Y aconteció que los vi, pero ano quisieron venir hacia mí para comer del fruto.

19 Y percibí una abarra de hierro que se extendía por la orilla del río y conducía al árbol donde yo estaba.

20 Y vi también un sendero aestrecho y angosto que corría a un lado de la barra de hierro hasta el árbol, al lado del cual me hallaba; y también pasaba por donde brotaba el manantial hasta un bcampo grande y espacioso a semejanza de un mundo.

21 Y vi innumerables concursos de gentes, muchas de las cuales se estaban apremiando a fin de llegar al asendero que conducía al árbol al lado del cual me hallaba.

22 Y aconteció que se adelantaron y emprendieron la marcha por el sendero que conducía al árbol.

23 Y ocurrió que surgió un avapor de tinieblas, sí, un sumamente extenso vapor de tinieblas, tanto así que los que habían entrado en el sendero se apartaron del camino, de manera que se desviaron y se perdieron.

24 Y sucedió que vi a otros que se adelantaban, y llegaron y se asieron del extremo de la barra de hierro, y avanzaron a través del vapor de tinieblas, asidos a la barra de hierro, hasta que llegaron y participaron del afruto del árbol.

25 Y después de haber comido del fruto del árbol, miraron en derredor de ellos, como si se hallasen aavergonzados.

26 Y yo también dirigí la mirada alrededor, y vi del otro lado del río un edificio grande y aespacioso que parecía erguirse en el aire, a gran altura de la tierra.

27 Y estaba lleno de personas, tanto ancianas como jóvenes, hombres así como mujeres; y la ropa que vestían era excesivamente fina; y se hallaban en aactitud de estar burlándose y señalando con el dedo a los que habían llegado hasta el fruto y estaban comiendo de él.

28 Y después que hubieron aprobado del fruto, se bavergonzaron a causa de los que se mofaban de ellos; y ccayeron en senderos prohibidos y se perdieron.

29 Y ahora bien, yo, Nefi, no relato atodas las palabras de mi padre;

30 pero para ser breve en lo que escribo, he aquí, él vio otras multitudes que avanzaban; y llegaron y se agarraron del extremo de la abarra de hierro; y siguieron hacia adelante, asidos constantemente a la barra de hierro, hasta que llegaron, y se postraron, y comieron del fruto del árbol.

31 Y vio también otras amultitudes que se dirigían a tientas hacia el grande y espacioso edificio.

32 Y aconteció que muchos se ahogaron en las profundidades de la afuente; y muchos otros desaparecieron de su vista, desviándose por senderos extraños.

33 Y grande era la multitud que entraba en aquel singular edificio. Y después de entrar en él nos señalaban con dedo de aescarnio a mí y también a los que participaban del fruto; pero no les hicimos caso.

34 Éstas son las palabras de mi padre: Pues todos los que les ahicieron caso se perdieron.

35 Y ni aLamán ni Lemuel comieron del fruto, dijo mi padre.

36 Y aconteció que luego que mi padre hubo relatado todas las palabras de su sueño o visión, que fueron muchas, nos dijo que a causa de estas cosas que había visto en la visión, temía en gran manera por Lamán y Lemuel; sí, temía que fueran desterrados de la presencia del Señor.

37 Y entonces los exhortó, con todo el sentimiento de un tierno apadre, a que escucharan sus consejos, para que quizá el Señor tuviera misericordia de ellos y no los desechara; sí, mi padre les predicó.

38 Y después de haberles predicado, y también profetizado de muchas cosas, les mandó que guardaran los mandamientos del Señor; y cesó de hablarles.



CAPÍTULO 9

Nefi prepara dos juegos de anales—A cada uno se da el nombre de planchas de Nefi—Las planchas mayores contienen una historia seglar; las menores tienen que ver principalmente con cosas sagradas. Aproximadamente 600—592 a.C.

1 Y todas estas cosas mi padre vio, oyó y dijo mientras vivía en una tienda en el avalle de Lemuel, como también muchísimas otras cosas más que no se pueden escribir sobre estas planchas.

2 Ahora bien, ya que he hablado de estas planchas, he aquí, no son las mismas sobre las que escribo la historia completa de mi pueblo; pues a aaquéllas en que hago la relación completa de mi pueblo he dado el nombre de Nefi; y por tanto, se llaman las planchas de Nefi, conforme a mi propio nombre; y estas planchas también se llaman las planchas de Nefi.

3 Sin embargo, he recibido un mandato del Señor de que hiciera estas planchas para el aobjeto especial de que se grabase una relación del bministerio de mi pueblo.

4 Sobre las otras planchas se debe grabar la historia del reinado de los reyes, y las guerras y contiendas de mi pueblo; por lo tanto, estas planchas son mayormente para el ministerio; y las aotras son principalmente para el reinado de los reyes, y las guerras y contenciones de mi pueblo.

5 Por tanto, el Señor me ha mandado hacer estas planchas para un asabio propósito suyo, el cual me es desconocido.

6 Pero el Señor asabe todas las cosas desde el principio; por tanto, él prepara la vía para realizar todas sus obras entre los hijos de los hombres; porque, he aquí, él tiene todo bpoder para el cumplimiento de todas sus palabras. Y así es. Amén.

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